Lee la etiqueta del producto: asegúrate de que no contenga ingredientes a los que puedas ser alérgico o que puedan causar irritación. Los lubricantes sin fragancias ni aditivos suelen ser más suaves con la piel.

Evita los lubricantes con glicerina si eres propenso a infecciones: la glicerina puede alterar el equilibrio de la flora vaginal en algunas personas y favorecer la aparición de infecciones por hongos.

Guárdalo en un lugar fresco y seco: evita exponer el envase a la luz directa del sol o al calor excesivo, ya que eso puede alterar su fórmula y efectividad.

Prueba una pequeña cantidad antes del primer uso completo: esto ayuda a comprobar si tu piel reacciona bien al producto.

No lo uses como método anticonceptivo: aunque facilite la relación sexual, el lubricante no impide embarazos ni protege por sí mismo de infecciones de transmisión sexual (ITS). Para eso, siempre es necesario el uso de métodos de barrera.

Consulta con un profesional si tienes dudas: si notas irritación, picor o molestias después de usar lubricante, es recomendable hablar con un médico o ginecólogo.